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Mi primer encuentro

“Mi Primer Encuentro”
Tenía mi abuela, una amiga con la cual se visitaban frecuentemente.  Ella se llamaba Adela…… y a quien yo llamaba
La ”Señora Adela”


Un día mi abuela me llevó a su casa.
Quería visitar a su amiga.  Nos recibió en su casa 
y cuando entramos, de inmediato llamó mi atención una pirámide de madera, que figuraba sobre una mesa y donde en su interior, se podían ver unas frutas y una tijera.


Ante mi curiosidad, no dudé en preguntar a la señora Adela, para qué usaba esa pirámide
Y ella respondió:
-“La uso porque las frutas duran más; la tijera se afila y cuando me duelen los dedos, por la artrosis, pongo mi mano dentro de la pirámide y me alivia”
Fue la primera vez que vi una pirámide.
  Yo tenía 5 años.
Pasó el tiempo y rápidamente ese recuerdo se enterró en mi memoria, pero no por siempre…..
A mis 36 años, sufrí un grave accidente, que comprometió por completo mi brazo derecho.  El accidente me dejó varias lesiones y la peor fue la fractura de mi húmero. Comprometía el troquiter , más el corte de tendones y ligamentos. Fui operada y me mantuve en rehabilitación durante un año entero.
  Si bien, al terminar la rehabilitación, ya había recuperado la movilidad de mi brazo, siguió acompañándome un dolor del cual no podía liberarme tan fácilmente. Se transformó, en un dolor muy incisivo, reactivo incluso a un mal olor, un ruido, un mal rato. Todo se cargaba en mi brazo y me mantenía en constante dolor.

Iban pasando los meses y no podía librarme de ese dolor, los medicamentos tampoco parecían hacer efecton.  Un día, mientras caían lágrimas de mis ojos a causa del dolor, vino a mi mente, la imagen clara de esa experiencia antigua y olvidada de mis 5 años y me vi observando nuevamente la pirámide y oí la voz de la “Señora Adela” diciendo “Y cuando me duelen los dedos, pongo la mano y me alivio”


Recordar eso fue como encontrar un tesoro, no tenía registro alguno de ese momento de mi infancia, hasta que ese episodio de dolor lo trajo a mi mente.
Lo sentí como algo divino, en medio del dolor, volver a un recuerdo tan antiguo y totalmente olvidado, no me parecía tan normal, sentí realmente que si construía una pirámide, ella podría ayudarme.  Y pensé….“Si a la señora Adela le servía… a mi  quizás también…”

Mientras la construía mi espíritu estaba contento, algo de esperanza me iluminaba.
Construí una pirámide de cartón, sin darle tanta importancia a medidas ni oficio alguno, la construí mientras sentía ese dolor.
Sentía una convicción de que ese recuerdo había vuelto a mi mente, para traerme una respuesta y quizás hasta pudiera aliviarme, tal cual como lo hacía la amiga de mi abuela. El solo recuerdo me iluminaba.
Luego que construí la pirámide, a penas en medio del dolor; la ubiqué entre dos sillas y yo me recosté en el centro dejando que la pirámide irradiara mi brazo.
Fue ahí, donde lo increíble comenzó a suceder.
Mi brazo se movía, saltaban los dedos; podía sentir como iba entrando energía a mi brazo, sentía electricidad moviéndose desde mi hombro hasta mis dedos.
Yo no podía creer lo que estaba pasando, incluso llegué a pensar, que quizás había generado un placebo, porque no entendía lo que estaba pasando, pero lo cierto es que efectivamente el dolor iba disminuyendo.
Salí de la pirámide cuando el dolor prácticamente había desaparecido. Fueron solo unos 25 minutos los que le tomó a esa humilde pirámide de cartón, quitarme lo que ni un medicamento había logrado y el dolor cesó.
Posterior a ello, el brazo continuó doliéndome, por lo cual pensé que debía repetir el tratamiento más seguido y determiné usarla dos veces al día en lapsos de 30 minutos.
Para mi sorpresa, cada día el dolor era menor, que el día anterior……. El quinto día de tratamiento ya no sentía ni un dolor, pero quise mantener el tratamiento tres días más.
Luego de eso nunca más necesite la pirámide para controlar el dolor de mi brazo, pues nunca más me volvió a doler. De esta historia ya han pasado 7 años
Fue mi segundo encuentro con una pirámide
Y luego de este episodio, nunca más me separé de ellas.

 

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